sábado, 2 de enero de 2010
Aquél paisaje pintoresco de mi ciudad natal se desvanecía entre las espesas nubes que flotaban a mi lado. Observé el cielo. Era como volar, literalmente, con los pájaros. Era... increíble. Una vez más, me sorprendió mi suerte. Tendría que haberlo visto Deborah, estaría rabiosa. Me reí silenciosamente frente a aquella verdad, si estaría así, aunque después de dos minutos se olvidaría de eso y se alegraría de no tener que ver a su hermana.
Después de un par de horas, llegamos al aeropuerto de Nueva York. Mucha gente subía a los demás aviones, y otro montón de gente salía de ellos. Me bajé a toda prisa, estaba ansiosa. Cogí mis maletas y salí pitando de el aeropuerto. Y allí estaba: New York. Mis padres me habían dicho que desde el aeropuerto hasta la Universidad no había mucho recorrido, a si que tenía que ir andando. Mejor. A sí vería NY.
Después de andar lo suficiente, no mucho, llegó a la Universidad. Le pareció maravillosa, aunque claro ni siquiera había entrado, no debería juzgar por el exterior. Entré. Había muchos alumnos fuera de los edificios, estarían disfrutando de el último día que le quedaba de verano y libertad. Muchos de ellos se quedaron mirándome, mientras que otros me ignoraron. Se me acerco quién parecía el director. No parecía tan viejo como mi antiguo director, pero si se le comparaba mucho.
- Usted debe de ser la señorita Brown ¿verdad? - Me dijo en cuanto llegó a mi lado - Sí, supongo que sí. Yo soy el director, seguro que lo habrás notado.
Yo asentí con la cabeza. Él empezó a andar por el recinto, mientras yo le seguía con cierta distancia, quería observar todo a mi alrededor. El director se paró a hablar con una chica y yo me quedé detrás. Observé a la chica: Era de mi edad, un poco más baja que yo. Tenía el pelo oscuro, casi negro, que le llegaba unos centímetros por debajo de los hombros. Tenía pinta de ser inteligente, o lo parecía simplemente. Me miró a la vez que el director se volvía hacia a mí.
- Señorita Brown, esta es Lina Weestbork. Te enseñará el recinto. Espero que congeniéis. Yo tengo asuntos por atender. - Dijo, y lo observé marchéndose.
La tal Lina me sonrió. Yo le devolví la sonrisa, pero no con el mismo ímpetu. Se acerco a mí.
- Bueno, yo soy Lina. - Dijo todavía con una sonrisa.
- Yo soy Alexandra, Alex para los amigos. - ¿Porqué había dicho eso? Se supone que ella no es mi amiga.
- Encantada. Creo que podremos llegar a ser grandes amigas. - Afirmó.
Yo también lo creía. Me estaba empezando a caer bien. Volví a sonreír, pero esta vez la sonrisa era de felicidad. No creía que hubiera hecho una amiga tan pronto. Empezó a contarme cosas sobre la Universidad, y yo me quedé callada, algo anormal en mí. Al rato, fuimos a ver la que sería mi habitación. Por suerte, compartiría el cuarto con ella. A la hora de almorzar, me acompañó hasta la cafetería. Nos sentamos en una mesa pegada a la pared, y nos dispusimos a comer.
Le pregunté varias dudas que tenía a Lina. Me di cuenta de que era bastante inteligente, no solo lo parecía. Cuando terminamos de comer, vi acercarse a nosotros un grupo de personas, que se sentaron a nuestra mesa. Pensé que eran amigos de Lina, y a sí era.
- Hey, Lina, ¿quién es la nueva? - Preguntó una chica, parecía japonesa, y acerté.
- Es Alex, el director me ha dicho que le enseñe esto. - Se echaron a reír en cuanto Lina contestó. Ella también ser reía con ellos.
- Menuda carga - Dijo un chico silenciosamente.
¿Una carga? Por favor, podía ser de todo, pero no una carga. Me disponía a levantarme cuando pararon de reírse, pero si dejaron una sonrisa en sus caras. El chico volvió a hablar, y se le notó la ironía en la voz.
- Vamos, no pensaba que te ibas a poner así. Ha sido solo una broma. Soy James. - Dijo tendiéndome la mano.
Me lo pensé dos veces antes de tenderle mi mano. Y entonces me fijé en él. Era muy guapo. Tenía el pelo castaño, oscuro, pero no tan oscuro como el de Lina. Tenía los ojos azules claros. Me quedé mirándole y los demás volvieron a reírse. La chica japonesa de antes se volvió hacia James y le dijo algo al oído, y ambos se volvieron a reír silenciosamente. Lina rompió aquel silencio inundado de risitas.
- Bueno, te presento: Esta es Annie, - Señaló a la chica que estaba sentada a su lado. - Este es Mario - Señaló al chico más próximo a ella - Yume - Señaló a la chica japonesa - Charlie - Señaló al otro chico - Y James. Bueno, ya conoces a mis amigos.
Continuará...
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